lunes, 13 de abril de 2015

De museos, tronos (que no tronistas) y tapeo en general.

Esta Semana Santa al final no he huído a Londres como tenía pensado, ya que han venido unas amigas de Madrid y me ha tocado hacer de cicerone por Málaga. No ha sido tan malo como yo creía que iba a ser, aunque en una ocasión nos hemos visto rodeadas por cuatro (¡cuatro!) tronos a la vez y salimos como motos del colocón de incienso. También puede influir que estas cabronas a la hora de comer se habían bebido hasta el agua de los charcos. El caso es que las tuve que sacar a rastras de calle Nueva después de que se pusieran a cantar "soy la vedette, la vedette de un teatro de revistaaaaa" al paso de un trono, con un romano que llevaba un casco con un remate de plumas color salmón que ríete tú de Norma Duval en sus mejores tiempos.
Por suerte estas son amantes de los museos y habían bajado expresamente a ver el nuevo Museo Pompidou y el Museo Ruso que han instalado en la Tabacalera, en el mismo complejo que el Museo del Automóvil, así que nos hemos dado el lujazo de ver ambos museos casi vacíos de gente. Fuimos a verlos en horario de tronos a cosa hecha, para asegurarnos la paz y la tranquilidad. 
El Museo Ruso es una pasada, y os recomiendo a todos los que podáis que lo veáis, incluída la exposición temporal que ahora mismo es de Diaghiliev y su época. Es una colección absolutamente espectacular, tanto en la variedad como en la calidad de las piezas. Junto con la entrada se incluye una audioguía que se agradece un montón. El Pompidou es una colección pequeña pero muy bien escogida, de la que me impresionó sobre todo la sala de los autorretratos, incluyendo un diminuto autorretrato de Frida Kalho que no os podéis perder. Ahora, que la pieza central de la primera sala... bueno, digamos que cuando el autor pasa por delante de la casa Albal, salen los empleados a hacerle la ola.
El único problema del Pompidou (para mi) es que está en el Muelle Uno, así que conseguir que estas borrachuzas se despegaran de la zona de tapeo sólo fue posible tras prometerles que iríamos al Pimpi. Como estaba hasta los topes hubo que ir a la Casa del Guardia a que se hincharan de pajarete. A las jodías les faltó abrazarse a los barriles y se han subido al AVE de vuelta a Madrid con las maletas llenas de moscatel, que al ritmo al que pimplan no les llega ni al primero de mayo, fecha en la que han prometido volver. 
La verdad es que no se si es una promesa o una amenaza....

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